3/10/08

BLANCOS, GRISES Y NEGROS


Ha pasado ya casi un mes desde el dramático desenlace de aquella crisis que se denominó "conflicto del campo", aquella noche del miércoles 16 de Julio en la cual el Vicepresidente Julio Cobos desempatara votando en contra del proyecto oficial para convalidar legislativamente la polémica resolución ministerial 125.

Mucho se ha dicho, las reacciones de la sociedad y de la clase dirigente no se han hecho esperar, pero el primer efecto visible, y palpable por casi cada uno de los argentinos, ha sido una sensación de "alivio" y "descompresión" luego de unos 4 meses de conflicto y agresividad verbal y física cruzada que amenazó con dividir a la sociedad.

La enseñanza más importante que -a mi entender- ha dejado este lamentable episodio de la historia reciente argentina, es que ha quedado patente la tendencia hacia la polarización, hacia entender la realidad en términos de blancos y negros, sin dejar lugar a los grises, a los puntos de confluencia, de contacto, de diálogo.

Tanto el gobierno -cuya estrategia de comunicación ha sido muy poco efectiva- como los dirigentes rurales, han optado por la polarización, por el fanatismo, por el extremismo. Es pues que de a poco fuimos viendo cómo lo que debiera haber sido ser objeto de una discusión técnica, consensuada y racional, se transformó en una lucha de "bandos" en un clima cuasi-futbolístico, en el cual se dejó toda racionalidad de lado para someterse a una lógica digna de barrabravas y/o agitadores.

El gobierno eligió (por acción u omisión) como principal estandarte de su lucha al violento piquetero Luis D'Elia, quien no reparó en espetar insultos, agresiones verbales y definiciones clasistas -incluso repartiendo alguna que otra agresión física- a todo aquel que se encontrara en contra del proyecto oficial, colocándolo del lado de la "oligarquía", y quien además tiene en su haber la toma por la fuerza de una comisarìa en el barrio porteño de La Boca . (ver nota en Clarín)

Por otra parte, las bases rurales no tardaron en aclamar como líder e ícono de su lucha al más radical y combativo de los piqueteros, Alfredo De Angeli, quien no dudó en erigirse en árbitro del derecho de transitar libremente las rutas, llegando incluso a disponer el bloqueo del paso a camiones de otros países (porque las retenciones las decretaron los Brasileros, Uruguayos o Chilenos) y quien en 2007 había amenazado con cruzar el puente Gualeguaychú Fray Bentos y derribar a Botnia a golpes de martillo como se hiciera con el muro de Berlín. (La Republica Uruguay 30/04/2007)

Lo más lamentable de esto, es que ambos "bandos" tenían en sus filas referentes mucho más moderados e infinitamente más ilustrados que los recién nombrados, quienes seguramente hubieran ayudado a dar al conflicto un tono mucho más racional y sensato. El gobierno, pudo valerse de gente relacionada al agro como Felipe Solá o Carlos Reutemann quienes luego se vieron en la necesidad de romper filas, ante la terquedad de la postura más dura. El campo, sin embargo, siempre tuvo la mesura y la capacidad de Luciano Miguens, siempre dispuesto a resolver las cuestiones por las vías negociales normales.

De todos modos, es verdad que el Gobierno siempre tiene una cuota de responsabilidad mayor por ser el último monopolista de la fuerza y quien debe garantizar el normal desenvolvimiento de la vida institucional, si bien hay que reconocer que el mismo Estado se encontró desbordado ya que los prolongados cortes de ruta encontraron un apoyo inédito entre la población, y dicha situación, sumada a que el propio gobierno había hecho poco por desbaratar cortes anteriores, impidieron que se pueda recurrir a una intervención policial para garantizar los derechos de libre tránsito violentados y dar cierre a la ola de delitos contra la libertad cometidos por el descontento popular.

Esa misma incoherencia que tenemos los argentinos es la que nos llevó a que Julio Cobos pase de ser un paria de su propio partido (vapuleado por sus propios pares , quienes incluso lo expulsaron del radicalismo) a un héroe nacional de características y valores que lo asemejan al Libertador San Martin (¿Cómo nadie se dió cuenta antes?)

Es por ello que hoy, bajo la misma óptica cortoplacista y polarizante de la mayoría de los argentinos, se lo ve como "héroe" o como "traidor", mientras que el Vicepresidente de la Nación simplemente fue un operador práctico y un sabio lector de la realidad social, que dió una solución concreta y rápida a la crisis que venía gestándose con una tensión creciente que ya rozaba la irracionalidad total (recordemos los escraches a legisladores nacionales). Es por ello que es exagerado tanto tildarlo de héroe (ya que cualquier persona con un minimo de sensibilidad política sabía de antemano que dar el pie para resolver el conflicto era igual a ser apoyado por la gran mayoría de la población) como de traidor, cuando en definitiva su voto "no positivo" fue el que permitió que se oxigenase un poco la autoridad presidencial que venía siendo desafiada con gran virulencia por el descontento popular. Y es allí en donde encontramos el punto que debemos rescatar: las instituciones democráticas dieron la solución. Sea por la reacción ante la desmesura de la alicuota, o por la actividad de los distintos lobbistas informales, el Parlamento dió una solución, que fue acatada por el Ejecutivo (días después se derogó la polémica 125) y una nueva etapa comenzó en la vida política Argentina.

Es por ello que los frutos de la participación ciudadana pudieron ser percibidos por la población toda, si bien quedan pendientes muchos de los sustratos que dieron inicio a esta crisis: pobreza extrema, el dilema de la redistribución de la riqueza, etc. Pero la única vía para solucionarlos será la del diálogo y la del diseño de políticas en conjunto, cuidando los intereses de todos los sectores, incluso de los productivos, a quienes se les deberá incentivar a aumentar su producción y maximizar la eficiencia, dándole condiciones de estabilidad de las reglas de juego.

Lo importante es que los gobiernos se sucedan pacíficamente, que no se quiebre el orden institucional y todos los sectores puedan crecer en armonia y coordinación, para poder erradicar las condiciones de emergencia en las que todavía vivimos (la pobreza extrema, la gente revolviendo la basura, los niños de la calle, todos ellos son fieles testigos que la emergencia aún no ha terminado) y que todos podamos progresar.
El discurso que divide, que lleva a la lucha permanente, es el peor obstáculo que tendremos que afrontar los argentinos. Tenemos que reconocer que en el otro pueden existir razones y que casi nada es "Blanco" o "Negro" en un 100%, y es en esos grises y en esas posiciones intermedias que debemos lograr la coordinación, la cual no se dará desde arriba hacia abajo ni será permanente una vez lograda, sino que, al igual que la coordinación del mercado, se irá dando de a poco, constante y sucesivamente.

Patricio Eduardo Gazze

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